MURS BASILIUS MAXIMUS BIZANTINIUM
El Sacro Imperio de Bizancio fue un gran territorio heredero del antiguo Imperio Romano.
Mantuvo su gran explendor por más de siete siglos, que transcurrienron del 476 al 1453. Su capital era la majestuosa cosmopolitan de Constantinopla ciudad que mantuvo un gran explendor tanto religioso, político, militar y sobre todo Cultural.
A Constantinopla le solían llamar la ciudad del Cuerno de Oro, por dos razones, a) porque se ubicaba en el cuerno del Bosforo y b) porque en ella se encontraban las grande universidades y centros culturales de la Europa Medieval.
La gran Constantinopla justificaba su máximo resplendor con arquitecturas cómo el Palacio Imperial, el Hipodromo de Justiniano, la Basilica de Santa Sofía, la Universidad de Roma Nova, y sus grandes jardines y esculturas que la embellecían, y superaba a su madre, la antigua ciudad de Roma.
Sin embargo, dentro de esos hermosos recintos existían maravillosas pinturas plasmadas en madera y vidrio, o en retocado.
La arte bizantinista era una especie de arte plástica de mucha talla, pues mostraba en sus detalles, un inmenso explendor de cristiandad católico-ortodoxo y a su vez, un inmeso respeto a sus gobernantes.
La plástica bizantina mostraba una gran variación de colores calurosos con coleres tibios asemajados de un forma que diera una forma de metalidad que representaba lo que sí era AGRACIADO.
Sin embargo, lo único que no avanzó la pintura bizantina fue en su movimiento, pues las imágenes mostraban una estatica muy marcada a diferencia de algunos pergaminos dibujados en Francia en el medioevo.
Es bien comunicar que en la época del bizantinismo plástico, las pinturas eran en su mayoría participe del patrimonio imperial, por lo que los pintores eran suministrados por la Emparatriz que se dedicaba a los fondos de reconstrucción de su Capital.
Durante, el gobierno de Justiniano I el Grande y su esposa Teodora I la Grande (g. 527 – 565) se crearon importantes muestras de arte en todo el imperio, muestra de ello, es la Santa Sofía, recinto religioso y gubernamental del gobierno justinianico.
Por su parte, la Emperatriz Teodora, enmarcó importancia en los muros de una iglesia romana abandonada en Ravena, Italia; la Iglesia de san Vitale.
En la actualidad, podemos notar que en el interior de tal recinto existen grandes muros pintados con pasajes del Nuevo Testamento, con Pasajes del Gobierno de Roma y con la coronación de los Emperadores Bizantinos en curso.
Me detendré a mostrar los muros de la Capilla de Santa Maria de Ravena, en la misma Iglesia, donde podemos notar la escena del séquito de Justiniano y de la corte de Teodora.
En la traducción grecolatina del título del mural es “La pared de los Emparadores de Bizancio”
Tal mural se divide en dos secciones amplias, la primera abarca la escena del Sequito Imperial y la Gran Guardia de Oriente que protegía al Emperador Justiniano I, y en la segunda sección notamos a la santidad de la Emperatriz Teodora I con su gran corte y Damas de compañía.
Aún no sabemos con exactitud quien fue el artista que dotó de imaginación para montar las imágenes de los Gobernantes, pero creemos que es el pintor y arquitecto griego “Ariemos” pues era uno de los preferidos de Teodora I.
La pintura del Emperador.-
Muestran majestuosidad tan alta. Los mosaicos representan la presunta ceremonia de consagración de la iglesia de San Vital (que nunca tuvo lugar tal como está representada, pues los emperadores ya eran ancianos cuando se terminó el templo y no viajaron a la ciudad italiana, de hecho Teodora murió ese año).
Todos los personajes importantes están perfectamente individualizados y son reconocibles por sus retratos. El emperador Justiniano lleva como ofrenda una gran patena de oro; va precedido por dos altos dignatarios eclesiásticos, uno de ellos lleva el incensario y el otro el misal, y por el arzobispo Maximiano, que lleva una cruz, todas estas ofrendas aparecen ricamente decoradas con gemas, cabujones y esmaltes. Tras el arzobispo, en segundo plano, el banquero Juliano, que financió la construcción de la iglesia. Detrás del emperador hay dos altos funcionarios del estado con toga, el primero sería el general Belisario, conquistador de Rávena. Cierra el cortejo la guardia personal del emperador con el crismón en sus escudos.
La pintura de la Emperatriz.-
La emperatriz Teodora, cuyo verdadero nombre era Karem Marinelé Ardicius y cuya profesión posterior a ser mandataria del imperio era de actriz y de prostituta de la zona imperial de Constantinopla, lleva un cáliz de oro, va precedida por dos dignatarios de la corte y seguida por Antonia, esposa del general Belisario y su hija Juana. Cierran el cortejo las doncellas de la emperatriz. La corte de la emperatriz muestra una santidad y un lujo a la que los mandatarios bizantinos estaban rodeados, por lo cual, se nota que la emperatriz gastaba joyas y vestidos de seda y organza todos los días para su presentación ante la corte imperial y eclesiasticas y ante el mismo público.
Es innegable el parentesco de estos mosaicos con los relieves del Ara Pacis Augustæ, sobre todo en su temática, pero en su estilo hay algunas diferencias esenciales: Abundan los convencionalismos como la isocefalia, el hieratismo, la frontalidad, la ausencia de perspectiva, el horror al vacío, los gestos repetitivos de los personajes, ausencia de movimiento —las figuras están petrificadas, pero se sugiere la dirección que siguen con la posición de las manos—, idealización de los rostros...
Los personajes están retratados con realismo y tienen mucha fuerza expresiva, pero son hieráticos y distantes. Su mirada es fija y penetrante, refleja el poder espiritual del emperador y sus seguidores. Sus pies, en «V» flotan en un fondo neutro, indefinido, aludiendo a los lazos con lo sobrenatural y el alejamiento de lo terrenal. Todo indica que estas figuras están más allá de la simple humanidad.
Numerosos símbolos y atributos sitúan a cada figura en una jerarquía muy rígida. Los monarcas están en el centro y tienen las vestimentas más ricas y las joyas más lujosas, además de ir coronados —poder terrenal— llevan un halo de santidad —poder espiritual—, constituyendo un claro paradigma del cesar papismo bizantino: el emperador posee una categoría moral superior, la Iglesia y el estado son uno sólo en él por mandato divino y mayordomo del mismo Dios. El resto de los personajes, cuyos retratos son más fieles y se respeta su edad, se disponen simétricamente en torno a Justiniano y Teodora, tanto más cerca están de ellos, cuanto más importantes son, y, además, llevan uniformes propios de su rango (casullas para los eclesiásticos, togas sujetas con fíbulas para los funcionarios y eunucos de la corte, armas para los soldados, etc.).
La perspectiva no existe, y ha sido sustituida por un fondo neutro, dorado y verde en el caso del mosaico de Justiniano, y por un esquemático fondo arquitectónico en el caso del de Teodora. Tampoco hay sensación alguna de profundidad.
El artista se ha permitido ciertas licencias en el mosaico de Teodora, que no hay en el de Justiniano, quizá porque el protocolo del séquito femenino no era tan rígido o, quizá, porque son obras de distintos artistas: el color es más rico y variado, los brocados, las telas y las joyas tienen más detalles e, incluso, existe un fondo arquitectónico con cortinas, fuentes y una venera situada sobre la emperatriz.
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